¿Estás listo para cambiar tu forma de pensar y transformar tu vida? Aprende sobre diferentes tipos de creencias y cómo estas afectan nuestra forma de vivir.
Querer es poder, el amor es eterno, el matrimonio mata el amor,… ¿Será todo esto verdad? La realidad es que son sólo creencias, opiniones y puntos de vista personales que se tienen sobre las diferentes facetas de la vida, y que nos vamos formando a lo largo de nuestra vida. Ya sabemos cómo se adquieren las creencias, y que forman nuestra manera de entender el mundo, y muchas veces son inconscientes.
En nuestra metodología de gestión de la felicidad, empezamos por la rueda de la vida, pero para afrontar la vida de forma más satisfactoria es bueno analizar todas tus creencias y clasificarlas de acuerdo con la información disponible en cada momento, en limitadoras y potenciadoras.
Las creencias potenciadoras te impulsan a crecer, a potenciar lo mejor de uno mismo y a cumplir todas las metas y objetivos propuestos. Trabaja las potenciadoras, de este modo podrás cambiar y alcanzar el éxito y superar las crisis emocionales de acuerdo con tus valores.
Tus creencias influyen en que mejores cualquier faceta de tu vida, así que prestarles mucha atención. En otras palabras, tus éxitos también se miden por la fuerza en la que te los crees. Cualquier persona puede tener éxito en lo que se proponga, pero es tan importante creérselo como esforzarse para conseguirlo.
Las creencias limitadoras son el principal obstáculo, y las culpables de que no alcances las metas ni vivas de acuerdo a tus valores. Siempre es bueno realizar la pregunta poderosa: ¿qué me impide alcanzar el éxito? Las creencias limitadoras suelen tener su origen en la infancia, permanecen ocultas en nuestro subconsciente y no las evaluamos conscientemente. También las creencias limitadoras nos llegan a través de los medios de comunicación, de las personas con las que interactuamos normalmente, de la sociedad, de la familia, de los amigos, etc.
Las creencias, tanto limitadoras como potenciadoras, están habitualmente construidas sobre nuestras experiencias, y en cuanto retroalimentan nuestros valores (no olvides este ejercicio para identificar mis valores), también son principios de acción por los que actuamos como si fueran verdades ciertas y demostradas. Por ejemplo, si crees que eres una persona agradable, actuarás como tal, tratarás a la gente abiertamente, te mostrarás sociable y disfrutarás de la compañía de otras personas, que a su vez te acogerán con agrado, y eso reforzará tu creencia.
Debes gestionar y poder elegir tus creencias de forma sencilla, reforzando aquellas cuyos resultados te gustan; pero si no es así, deberás actuar de forma distinta y por supuesto cambiarlas. Es más correcto hablar de abandonar o superar creencias que de perderlas. Las reglas de nuestra vida las vemos como posesiones personales y nadie desea perderlas, máxime cuando hemos invertido tiempo y esfuerzo en construirlas.
El mundo tiene sentido y se hace predecible para nosotros cuando se confirma nuestra forma de interpretarlo. Incluso puede suceder que nos recreamos en el desastre, a condición de que lo hayamos predicho. Por ejemplo, «ya te lo dije» es una frase muy satisfactoria, no porque hayamos deseado que la cosa saliera mal, sino porque nuestras creencias quedan confirmadas.
Veamos algunos ejemplos de creencias potenciadoras (ideas extraídas de libro Coaching con PNL, de Joseph O’Connor):
Veamos también algunos ejemplos típicos de creencias limitadoras:
Ya va siendo hora de que te empieces a valorar, y dejes a un lado la falta de confianza en ti mismo, basada en creencias limitadoras, y que algunas veces son erróneas. También es sin duda uno de los mejores ejercicios de coaching para parejas.
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