Las creencias son parte de nuestra vida, y conocer cómo se forman, nos dará una ventaja competitiva para afrontar cualquier conflicto. ¿Alguna vez te has cuestionado por qué crees lo que crees? ¿Por qué tienes los mismos patrones de pensamiento una y otra vez? ¿Por qué sientes lo que sientes? Si te has sentido atrapado en una realidad que no es de tu gusto, si sientes que vives en una constante lucha interna, si te has sentido bloqueado por tus propias creencias… entonces este entrada es para ti.
Aquí te mostraremos cómo se forman las creencias y cómo estas creencias crean tu realidad. Aprenderás a identificar tus propios patrones de pensamiento y a cambiarlos para que puedas crear la realidad que deseas.
Las creencias se definen como opiniones y puntos de vista personales que se tienen sobre las diferentes facetas de la vida. Forman nuestra manera de entender el mundo, y muchas veces son inconscientes. Como ejemplos de creencias nos pueden servir: los latinos son apasionados, los mexicanos siempre duermen siesta, o a todos los españoles les gusta el flamenco.
Podemos observar al mundo con un modelo causa-efecto (también conocido como la ley de la consecuencia, retribución o compensación) como el que se ve en la siguiente figura. Normalmente controlamos las causas y sabemos qué efecto van a tener, al menos cuando se pasa por una serie de experiencias. Las máquinas nos pueden aportar los ejemplos más sencillos, a saber, si pulsamos el pedal del freno (causa), encontraremos que el coche/carro/auto frena (efecto). Los diagramas de Ishikawa son ideales para analizar este tipo de causas-efectos en la resolución de problemas.
Obviamente el mundo es mucho más complejo, y cuando tratamos con personas (sobre todo con las que generan relaciones tóxicas) debemos mejorar nuestro modelo. Es importante entender otros aspectos, como es el caso de las creencias, y entender este modelo psicológico causa-efecto.
Pero, ¿cómo se establecen estas creencias a lo largo de nuestra vida? En la figura se comprueba que el entorno y los valores son las causas primeras de cómo actuamos en la vida. Nuestro mundo exterior incluye: la formación que genera una forma de pensar; los estímulos que matizan nuestra forma de sentir; y las circunstancias que nos hacen actuar de distintas formas.
En el mundo interior encontramos a los valores, (¿qué valores tengo?) que concretan nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Los efectos son bien sencillos y generan continuamente nuevas experiencias: con ideas según nuestra manera de pensar; sentimientos que reflejan nuestros distintos estados de ánimo; y las acciones más coherentes de entre las muchas alternativas por las que podemos optar.
Como efecto secundario se formarán nuestras creencias de cómo es el mundo, a buen seguro para mejor, pero siempre según nuestra propia perspectiva. Creencias que se van generando a lo largo de nuestra vida y que consiguen darnos una forma personal de ver y entender el mundo.
Es humano aceptar que muchas veces generamos creencias que nos pueden motivar a actuar sin sentido alguno (se ve muchas veces en personas que se creen superiores). Por ejemplo, muchos adolescentes comienzan a fumar a temprana edad, no porque les guste, sino porque comprueban que están realizando un comportamiento que les identifica como si fueran adultos.
Para poder cambiar nuestras creencias, es muy importante conocer cómo se generaron y entender si tienen sentido desde nuestra perspectiva actual. En su inicial modelo causa-efecto, generan la idea de que al fumar son más aceptados socialmente y continúan fumando el resto de su vida pese a que sepan que no es beneficioso para la salud. Su creencia se ha hecho fuerte, y no la ponen en duda.
Otro ejemplo de creencia habitual es "con esfuerzo y perseverancia podrás alcanzar tus metas", pues muchas veces hay factores externos, y el propio tiempo, el que nos impide alcanzar todo aquello que hayamos planificado. La pandemia ha sido una buena enseñanza para muchas personas es este aspecto.
En nuestra vida es muy importante reflexionar sobre todas las creencias que tenemos, ya que nos predisponen en nuestros actos. Las personas por mucho que nos conozcamos y definamos aquello que queremos cambiar, tenemos un sistema nervioso que tiende a comportarse de la manera habitual.
Es necesario ser conscientes de nuestras creencias y ejercitar los músculos necesarios para obtener los nuevos efectos deseados. Muchas veces será necesario reprogramar algunas creencias obsoletas si queremos cambiar algunos comportamientos que realizamos por inercia.
Este modelo de generación de creencias ha sido simplificado para entender mejor la importancia de las creencias. Desde una mirada más sistémica y dinámica, lo importante es indicar que todo pensamiento descansa en premisas emocionales. Dicho de otra forma, los activadores emocionales son más profundos y difíciles de controlar que los racionales, pero no necesariamente se imponen en todos los casos.
Tampoco es relevante aquí analizar si es previo el pensar al sentir, debate que prefiero dejar al margen de esta lectura. Baste indicar que nuestras formas de pensar, sentir y actuar no se pueden separar, y forman un todo, en un esquema de causa-efecto. El miedo y la resistencia al cambio, infundado desde nuestro interior, es muchas veces el mayor obstáculo para conseguir la plena felicidad. Merece la pena aprender algunas herramientas de coaching que ayudan a controlarlo. Dejando a un lado el miedo físico, que nos ayuda a sobrevivir y evita que saltemos por los precipicios (tenemos miedo a la caída de forma natural y más vale no cambiar esto), nuestros miedos están habitualmente fundamentados en creencias no siempre establecidas sobre una base real.
Si quieres ser feliz, tienes que empezar por comprender cómo funcionan tus creencias y cómo te están afectando. Solo así podrás cambiarlas y enfocarte en lo que realmente importa: tú felicidad.
En la gestión de la felicidad es muy importante que sepas cómo se forman las creencias y cómo te afecta en tus estados de ánimo diarios. Además conozcas cuáles son los tipos de creencias. Con esta comprensión, podemos tomar medidas concretas para mejorar nuestra calidad de vida y alcanzar un estado de felicidad duradero.
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